Nelly Omar
Rebelde, talentosa, multifacética, la cantora nacional por excelencia. Pero Nelly Omar fue mucho más que una cantante de tango: fue una artista que marcó el camino para las mujeres que querían inclinarse por el género, aunque no se animaban. Cantaba tan bien y con tanta pasión que se ganó el título de “la Gardel con polleras”. Sin embargo, Omar no necesitaba prenderse del traje de ningún varón, ella fue la primera empoderada del arte que rompió todo tipo de prejuicios. También fue actriz, aviadora y ferviente hincha de Racing, el club de sus amores.
Nilda Elvira Vattuone nació el 10 de septiembre de 1911 en la localidad bonaerense de Bonifacio, aunque fue inscripta y criada en Guaminí. Falleció, a los 102 años, el 20 de diciembre de 2013.
De Guaiminí a Buenos Aires
Nació en la estancia “La agradecida”, del pueblo Bonifacio, partido de Guaminí, en la provincia de Buenos Aires. Fue una de las nueve hijas/os de la criolla Salustiana Pesoa y del genovés Marcos Vattuone, capataz de la estancia, guitarrero consumado y amigo de Carlos Gardel. A temprana edad se mudó con su familia a Guaminí. Primera infancia campera y rodeada de trabajo rural y música siempre cercana.
La muerte de su padre cambio su suerte. A los once años se mudaron a Buenos Aires y ahora la rodeaba la pobreza. A los doce ingresó a una fábrica textil como aprendiz en una máquina de medias cuyas agujas tenía que enganchar en el tejido de los talones. Se necesitaba buena vista y rapidez.
Al poco tiempo, comenzó a hacer apariciones en Radio Splendid. Era cuestión de tiempo para que Nelly Omar iniciara su carrera artística y diera inicio a la leyenda.
Peronista y prohibida
Su pública filiación política, más su amistad con Evita, le valieron la proscripción. Ingresó a una lista negra y no se la escuchó más ni en radio ni en televisión. Nunca se arrepintió de haber grabado “Ese pueblo” y “La descamisada”, que fue parte de la campaña de 1945. Y decía entre sus letras: “Soy la mujer argentina, la que nunca se doblega y la que siempre se juega, por Evita y por Perón”.
Adiós a lo grande
Superó los cien años de vida. Se despidió a lo grande en 2011, cuando celebró el centenario, con un estadio Luna Park repleto que coreaba su nombre y celebraba a una de las últimas leyendas vivas del tango. Con sus brazos extendidos y su famoso poncho rojo y negro, agradeció el cariño y entonó una de sus letras más populares: “Yo soy la descamisada, surgida del Peronismo, que ostenta el Justicialismo como emblema nacional”.
Espiando a Gardel
En una nota brindada hace unos años a Página/12, relataba cómo conoció a Carlos Gardel: “Mi papá era muy amigo de Gardel. En 1918, él vino a mi casa de Guaminí, donde vivíamos. Mi papá, como buen gringo chapado a la antigua, no nos permitía a los chicos tratar con los hombres grandes, ¡y menos con los artistas! Pero yo, a través de la persiana, lo espié. Ahí lo vi, un hombre gordito, con el peinado al medio, con unas onditas, también estaba Razzano. Hasta que murió, mi padre tuvo una amistad con Gardel, le llevaba los discos a casa”.
El canto: “Los jóvenes siempre me preguntan, me piden consejos. Yo les digo que tienen que amar lo que hacen. Eso los va a hacer disciplinados, eso va a hacer que tengan conducta y que hagan bien la música, eso que aman”.
Homero Manzi: “Lo admiré como poeta. No era vulgar. A mí no me gustaron nunca los hombres vulgares. Era fino. Yo estaba abocada a mi fracaso de matrimonio, a mi trabajo, era imposible mantener una relación así no formal. Cuando estás enamorado perdés los estribos y te vas de cabeza. Después se enfermó gravemente y no pude dejar de tener cierta consideración, de llamarlo”.
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