Charlas con gente de tango: Soledad Maidana
Soledad Maidana es una mujer sensible, paciente y de gran compromiso, cualidades taurinas que se revelarán después del primer intento fallido de grabar la charla por Google. Superado el contratiempo, Soledad nos recibe en su escritorio, sentada en un sillón tapizado con motivos norteños, rodeada de sus libros, de cientos de CDs. Una guirnalda de lucecitas, que resplandece detrás de ella, da calidez al ambiente.
La creadora de los videos y talleres de “Bailar la Palabra, la poética del tango como inspiración“ es bailarina, docente, investigadora, compañera de Damián y mamá de Charo. Después de un rato, la invito a imaginar que estábamos charlando en un bar, sentadas en una mesa cerca de la ventana. Soledad propone tomarnos un capuccino en La Flor de Barracas, bar notable que cerró este año, y eso le trajo una gran tristeza.
Mientras se acomoda sus anteojos, recuerda su acercamiento a la danza en la adolescencia de la mano de Irene, su mejor amiga. En su recorrido por los lenguajes musicales tomó clases de jazz y flamenco, y estuvo en la murga de su barrio. El tango aparece en su vida cuando empieza a escuchar la radio en la secundaria y luego especialmente cuando descubre el ciclo conducido por Amelita Baltar en Canal Á. Confiesa que su fascinación inicial por el tango estuvo tejida por varios aspectos: el musical, el histórico, lo que el tango representa y, recién más adelante, el baile.
Entre cappuccinos y la incertidumbre
Belén: ¿Cómo estás transitando esta pandemia?
Soledad: Tratando de encontrar un equilibrio entre la vida en casa con mi hija de seis años que recién había comenzado primer grado con la cuarentena, sólo hizo quince días… con toda esa ilusión, con todo ese aprendizaje que empezábamos a hacer, a leer, a escribir… así que estoy haciendo ese proceso con ella. Mucha gente habla del tiempo libre en cuarentena. Yo siento que tengo menos que antes.
Nos acompañamos mucho. Siempre con mucha verdad con mi hija, me ha visto algunos días muy cansada o super feliz o “hija, mirá, está bien, hoy sí miramos la peli”, con mucha sinceridad pero sin descuidar la escuela. Hubo muchos “no sé” en este período. “¿Cuándo se va el virus?” “No sé, hija” “Cuándo voy a poder ir a la calesita de nuevo?” “¿Te digo la verdad? No lo sé”.
Soledad me comparte la importancia de darle valor al trabajo de los docentes, porque su madre y su abuela fueron maestras. También resalta que la cuarentena trajo algunos días medio locos por la combinación entre la carga laboral propia, la escuela de su hija ylas tareas de la casa.
B: ¿Qué extrañás más del baile/ de la milonga?
S: Era para nosotros… Uy que triste, iba a decirlo en pasado, pero bueno hace bastante tiempo. Para Damián y para mí la milonga es una cita de pareja, yo lo tomo en serio. Hace cuatro años que estamos juntos y cada uno se preparaba para el otro, era un ritual de pareja. Eso lo extraño muchísimo porque llegábamos y medio que ya intuíamos que iba a tomar cada uno o presentir que tandas él va a querer bailar, cuáles no. Disfruto mucho de eso pero también del encuentro con amigos. Hay amigos con los que solemos compartir, van cambiando, no siempre son los mismos en la misma mesa, van cambiando pero hay una pareja en particular con la que compartimos en el Canning, Daniela Inglese y Ricardo Albornoz. Esos dos planos extraño, la cita de pareja y compartir con amigos.
B: ¿Estás escuchando tango? ¿Hay algún poeta, cantor u orquesta que hayas vuelto a escuchar con nuevos oídos?
Gracias a los participantes de Bailar la Palabra, Discépolo. Me empecé a sorprender durante los primeros talleres en junio. Eran cinco grupos, cuando les propuse que eligieran para el último encuentro algún tango que tuvieran ganas de analizar y, de diferentes grupos, personas que no se conocían me pidieron temas de Discépolo, Tormenta ,Carillón de la Merced , entonces digo no es casualidad que varios hayan elegido a Discépolo porque justamente él plantea profundas crisis existenciales. Yo lo empecé a asociar mucho con este momento que estamos transitando porque en general es un protagonista que está en profunda crisis con su fé, entonces le pide explicaciones a Dios. Por ejemplo, Tormenta (1939) fue elegido por tres personas diferentes. Me sorprendió muchísimo que en este momento tan particular lo eligiesen porque dice “yo siento que mi fe se tambalea”, es un hombre que está en una profunda crisis, que quiere creer pero las circunstancias lo obligan a no creer. También plantea la indiferencia del mundo frente a los problemas personales. Y eso no se me había ocurrido a mí, surgió a partir de los pedidos de los participantes. Por eso te digo que es un intercambio permanente.
Bailar la palabra
B: ¿Cómo te adaptaste al desafío laboral que impuso la pandemia? ¿Qué bendiciones trajo la cuarentena?
S: En lo profesional, muy contenta con lo que empezó a pasar con los talleres virtuales, que fueron la continuación de los videos que lancé en 2019. Todo fue tomando caminos inesperados. Ahora que surgieron los talleres virtuales me siento super contenta porque siento que después de haber ofrecido mis perspectivas, mis pensamientos, mis sensaciones, ahora se generó un espacio súper interesante que me permite continuar.
Bailar la palabra es un emprendimiento autogestivo que nace en 2019 con el objetivo de brindar herramientas desde la poética del tango para bailarines. En sus inicios lanzó una serie de videos con distintos invitados. Con la presentación de los videos notó que había una parte de la comunidad tanguera que tenía estas inquietudes por escuchar, profundizar e interpretar la letra para aplicarlo al baile. Si bien había talleres y seminarios sobre la poética del tango y la cultura tanguera, faltaba la articulación con la danza.
Soledad: No es lo mismo bailar Después , que es un tango que habla sobre un duelo donde se muere la mujer amada que Bien Pulenta que es un tango lunfardo. No tienen nada que ver, ni desde el aspecto musical ni desde el poético. No da lo mismo. Lo que pasaba en los seminarios de musicalidad era que se trabajaban los aspectos orquestales y la letra quedaba afuera. Para mí Tinta Roja tiene una musicalidad que no está sólo dada por un instrumento, está dada por la voz y por su poética.
Me doy cuenta de que Soledad es una apasionada, disfruta mucho de todo lo que gestó a partir de Bailar la palabra. A fines de agosto Soledad lanzará su primer libro, Bailar la palabra, también como proyecto autogestivo. El libro incluye un decálogo que ella misma redactó, que da cuenta de la importancia de los espacios de construcción colectiva y de intercambio permanente de pensamiento crítico.
B: ¿De qué manera cada uno de nosotros puede aportar (desde su lugar y su labor) algo a la comunidad milonguera?
S: Me preocupa porque hay muchos colegas que de un día para el otro se quedaron sin laburo y porque está difícil salir adelante en estas condiciones, entonces, lo que intentamos con Damián es apoyar los emprendimientos de colegas que surgieron durante la pandemia, desde pedir comida hasta comprar barbijos o participar de milongas virtuales. También hubo referentes o maestros dando charlas virtuales a colaboración o a la gorra y nosotros intentamos, en la medida de nuestras posibilidades, tratar de colaborar. Dar una mano.
B: Durante la cuarentena ¿has notado lazos de solidaridad entre colegas, entre artistas, entre los diferentes protagonistas del universo tanguero?
S: Sentí mayor interacción entre profesionales y amateurs. Ahí hay una división muy grande en el mundo del tango entre los maestros que giran por el mundo entonces no tienen mucho contacto, vos de repente ves sus videos por YouTube y quizás ahora están al lado del musicalizador de la práctica del barrio organizando un festival solidario. Los maestros que giran por el mundo ahora también se vieron en sus casas dando clases por Zoom. Ojo, veo una mayor interacción pero no siento que estemos todos en la misma.
Volver
B: ¿Cómo pensás que van a ser las milongas a partir de esta experiencia?
S: No sé. La siento medio lejana la vuelta. Tal vez porque no tenemos los mismos recursos. Hablando con un organizador como Oscar Héctor Malagrino, él había averiguado que para una vuelta se requerían cosas que están totalmente fuera del alcance de un organizador como los paneles por los que pasás y te desinfectan (algunos estudios de televisión los incorporaron). Bueno, él nos contaba que es inaccesible porque es carísimo alquilar eso. Pero, si con el tiempo podemos ir volviendo, igual me da una sensación de distancia. No sé. Y habría que ver hasta qué punto se van animando a volver los adultos mayores. Hay que ver cuanta convocatoria se logra porque me imagino que nadie se quiere exponer. Para los jóvenes, me parece que hay otra … Me gustaría poder responderte mejor, pero todavía la veo un poco lejana.
B: ¿Qué información tenés a mano sobre cómo lo están gestionando otros países?
S: Lo que vengo escuchando de otros países es que son al aire libre, sin cambio de pareja, con bastante protocolo como tomar la temperatura y a algunos los he visto con máscaras transparente pero al menos tienen esa posibilidad.