Florencia vino de Puerto Madryn a participar del Festival y Mundial de tango 2023. Nos conocimos anoche en la milonga La chiflada y aceptó con generosidad y entusiasmo responder a esta pregunta que inaugura una nueva sección en mi web: ¿Por qué bailás?
Belén: Florencia, ¿por qué bailás?
Florencia: Bueno, en principio, no es una pregunta difícil de responder que uno no puede responder rápidamente, ¿no? Recién cuando estaba pensando en esto se me ocurrió pensarlo como la búsqueda de un lugar, de un refugio. Creo que para mi bailar es eso. A veces funciona como un refugio, a veces no. Creo que no siempre uno está del mismo modo, no siempre uno conecta con la música, con el compañero, con sus sentimientos, con lo que pasa pero cuando todo eso sucede, para mí el tango se vuelve un refugio.
Belén: ¿Cómo llegó el tango a tu vida?
Florencia: Hace unos años mientras estudiaba empecé a trabajar en la cantina de una milonga y ahí empecé a observar lo que sucedía en los abrazos, en esas conexiones y eso me empezó atrapar. Veía algo que tenía que ver con la entrega, con amor, con sentimientos. Incluso a veces, y esto es lo loco que propone el tango, una conexión sin que haya conocimiento previo del otro. Lo más mágico que tiene el tango es eso, vos bailás con un desconocido y, si bien a veces sucede y otras no, cuando esa magia sucede, es maravilloso. Y estar de afuera y observar eso que sucede en una pista me llevaba a no poder dejar de mirar y eso que fui observando me atrapó y ahí decidí meterme en el mundo del tango milongueando, tomando clases. Así arrancó el tango en mi vida, yo siendo una observadora de afuera.
Belén: ¿Qué bendiciones o regalos te ha traído el tango?
Florencia: Mi marido. A él lo conocí en ese espacio, en esa milonga. Yo trabajaba ahí y él iba a milonguear. Nos conocimos, empezamos a ser pareja y a los años nos casamos y, creo, que el regalo más grande que me dió el tango fue eso. Después obviamente, los amigos y todo lo que este mundo va ofreciendo. Un poco también me trajo la pregunta por mis límites, la pregunta de hasta dónde uno llega y los límites y posibilidades del otro. Y eso sigue siendo deseo, lo que falta y lo que motoriza a seguir en esta búsqueda.