Autoras Tangueras, la colectiva que reúne a las mujeres que publicaron libros sobre el 2×4.
“Alguien escucha que existimos y nos convoca, nos da la bienvenida, tiene todo una dinámica muy liviana y nació en movimiento, como si el movimiento le perteneciera”, cuenta Andrea Uchitel. Se refiere a la colectiva Autoras Tangueras, que surgió en la habitación contigua a donde recibe a Página/12 con sus colegas Romina Pernigotte y Lucía Rinaldi. Fue ahí, en el rítmico pasamanos de los bolsones de comida que solidariamente acercaba Trabajadores del Tango Danza a los bailarines con dificultades económicas, donde surgió la idea de agrupar a todas aquellas que tienen libros sobre tango. Publicados o en camino, porque así como Uchitel y Pernigotte tienen los suyos en el catálogo de la colectiva, Rinaldi tiene al suyo al caer, inspirada en buena medida por la existencia misma del grupo.
Más tarde llegarán para la foto otras integrantes de la colectiva, como Marina Cañardo, Vanina Steiner, Anahí Pérez Pávez, Florencia Fernández días y Marta Pizzo. Y muchas otras, como Mercedes Liska, María Carozzi, Mariana Docampo o Soledad Maidana no llegarán a tiempo, aunque su presencia se sienta, porque sus compañeras no dejan de hacer referencia a ellas.
La mayoría de ellas son, primero, bailarinas, aunque del grupo participan también editoras, etnomusicólogas, sociólogas y antropólogas. Las une una vocación por estudiar el tango desde sus distintas facetas y el siglo XXI las encuentra en el camino de renovar al género desde él -o mejor, “los”- géneros. Empezaron siendo seis o siete. “Pero de estar en ferias del libro barriales, milongas, tertulias poéticas, nos pasó que mujeres que no conocíamos se contactaban para formar parte de la agrupación”, cuentan las fundadoras del espacio. Pernigotte define al grupo como “canal de encuentro, participación y movimiento”, y Uchitel agrega la importancia que tiene como estímulo mutuo. “Eso para nosotras es muy importante: dar un lugar e inspirar a que quienes forjan un oficio o desarrollen una investigación ligada al tango, hagan esta aproximación a la escritura para dejar este legado, bien concreto y representativo de la búsqueda y exploración que necesita el saber”.
“Es necesario que la manera de ver las cosas que tenemos las mujeres y las disidencias vengan a completar el mundo, porque si no falta un cacho”, señala Rinaldi. “Es como dice Lu: aportamos otra mirada. Yo no sé si el mundo está funcionando muy bien que digamos (ríen todas), entonces demos una oportunidad a una construcción nueva en esa diferencia, en la capacidad de encontrarnos”, plantea Pernigotte.
Pernigotte, que también es ilustradora, resalta la importancia de “dar entidad” a su palabra. En su experiencia, que es la de muchas otras mujeres en este y cualquier otro campo, se les exige “extra” por el sólo hecho de ser mujeres. “Desde que empezamos a dar clases tuvimos que estar dando examen casi permanente en muchas de las cosas que hacemos. Cuando empezamos con las compañeras de Aires del Sur, nos encontramos con que nuestra presencia corporal no alcanzaba”, recuerda.
Uchitel, quien además da clases en el Centro Cultural General San Martín, advierte que “un varón frente a una clase tiene una autoridad que no pareciera tener una mujer”. En ese ser examinadas y exigidas, muchas se fueron armando su propio corpus teórico, que luego terminó en libros. Para Uchitel fue Mecánicas del abrazo, y para Pernigotte y sus compañeras fue Tango en devenir, pero lo mismo le sucedió a otras autoras del grupo. “Cuando escribís podés elaborar una síntesis del proceso que hiciste con la singularidad y la poética que tiene tu propio recorrido, entonces en cada libro de autoras está la identidad de cada una y su poética, favoreciendo un aporte plural”, celebra Uchitel.
Por ahora, el principal desafío que enfrentan es ampliar los públicos lectores y romper la distancia con los varones, sobre todo los hétero cis que circulan por los distintos mundillos tangueros. “Hay como un… aire, en el medio”, sonríe Rinaldi y hace el gesto de quien observa como echándose hacia atrás. “Igual, también pasa con los mismos libros, ¡ya ir con libros a una milonga es raro!”, aporta Uchitel. “Lo que pasa es que con nosotras las mujeres sienten que tienen la palabra más habilitada y cuando encima decís que sos la autora, ¡no sabés cómo abren los ojos!”, agrega. Para Rinaldi, en todo este proceso hay algo fundamental: “la necesidad que tenemos de leer o escuchar la palabra de la otra, para ver si hay algo de lo mío ahí”.
Pernigotte sostiene que, pese a que hay muchas disciplinas en Autoras Tangueras, coinciden en la necesidad de encontrarse para potenciarse. “Para interpelar también a los compañeros varones en esto de que nos puedan leer y venir a escuchar en los conciertos, participar de nuestros festivales”, dice. “Hay un festival feminista y el 95 por ciento del público son mujeres, cuando lo que se produce en verdad es para todo público. Está la creencia de que todo lo que producimos habla de un único tema, que sería el género, que sí subyace a todo lo que hacemos, pero lo que decimos no es sólo para otras mujeres”, reflexiona. “Tiene que ver con el tango y su comunidad, que es muy diversa y nos abarca a todos”, concluye Uchitel.
FUENTE: Página/12