Por Belén Bulacio —
En el 2021 tuve la alegría de alquimizar dos de mis pasiones, el lenguaje sagrado del Tarot y el viaje iniciático de retorno al cuerpo que representa en mi vida el Tango, en mi primera entrevista a Marianne Costa, Sacerdotisa y Oráculo de ambos universos. Les comparto lo que charlamos y co-creamos por esos tiempos.
<b>Belén: ¿Qué significa el tarot en tu vida? </b>
<b>Marianne: </b> Bueno, el tarot está en mi vida como si fuéramos una vieja pareja, vieja en el sentido de que llevamos 20 años de casados, ¿no? Entonces para mí es un poco como una pareja de larga duración. Hay momentos en que no le haces ningún caso, desde un fondo de respeto total y de adoración durmiente, digamos. Y hay momentos en que se activa esta relación, cuando yo le hago una pregunta al tarot para mí o de pronto cuelgo una carta en formato grande en el muro de mi escritorio, de mi cuarto de dormir y la empiezo a contemplar. Pero diría que sobre todo el tarot en mi vida es una fuerza de bendición, me trajo muchísimos, innumerables regalos hermosos. Entonces, está “mi tarot”, que sería como mi pareja, como la persona con quién estás. Es simplemente un ser humano pero este ser humano, como mi tarot, es una especie de umbral o de ventana abierta a algo mucho más vasto que sería, en el caso del tarot, el espíritu del tarot; o si estás con un hombre, el Divino masculino o con una mujer, el Divino femenino o con una persona que no tiene definición de género, el absoluto que se encarna en un cuerpo humano. Entonces existe esta dimensión casi mística en donde mi tarot, mi relación con el tarot, el tarot en mi vida también es un umbral hacia una dimensión misteriosa que no deja de maravillarme, aunque a veces no le haga quizás el caso necesario. Me puedo quedar quince días sin tocar un mazo de tarot pero después de quince días, en general, hay alguien que viene y me devuelve a mi relación con él pidiéndome una lectura o haciéndome una pregunta sobre un arcano o hablándome del tarot en general. Así que si es un compañero muy fiel.
<b>Belén: ¿Cómo llegó el tango a tu vida? </b>
<b>Marianne: </b> Yo creo que de una forma, nací con el tango en una forma un poco paradójica. Yo soy de Córcega, y Córcega tiene una isla de Córcega dentro de Francia tiene una relación muy particular con el tango, entre otras cosas, porque Tino Rossi (que fue el cantor más conocido de origen corsa) era de Ajaccio, como Napoleón y como yo, hasta trabajó con la Orquesta de Canaro en los años 40. Entonces me acuerdo de que cuando era niña la vecina del frente de la aldea, donde teníamos la casa de familia en Córcega, cantaba en francés lavando los platos. Cantaba [Marianne canta en francés los primeros versos de Tomo y Obligo, de Carlos Gardel ]… ¿te das cuenta? Es Tomo y Obligo, de Gardel y es muy raro porque esa versión francesa no existe en ninguna parte. La busqué hasta en la sociedad de autores y no la encontré. Y yo crecí escuchando a la vecina del frente cantando Gardel a capella, ¿me entendés?
Y después en los años 80 vivíamos en París y mis viejos tenían muchos amigos argentinos, entre los cuales, en la época era muy cercana de Juan Carlos Cáceres y de su primera esposa, Alicia, y entonces me acuerdo de que esos argentinos venían y le burlaban a mi papá el corso, que conocía el tango muy básico <i>chun chun pum pum,</i> a la francesa. Y le decían <i> “No, pero vos no sabés lo que es el tango“</i>y se ponían a tocar piano en la casa destrozando al piano tocando milongas. Pero la verdad es que yo siempre me quedé un poco alejada de todo esto.
En los años 90 cuando Chicho Frumboli estaba revolucionando el tango en Francia, yo estaba cercana de gente que iba al Balaju a aprender con él y a bailar y siempre me parecía un mundo inalcanzable, inaccesible.
Así que la verdad es que el tango entró en mi vida gracias a Argentina porque fui allí por primera vez invitada por Sandra Guida, que es una amiguísima, una mujer fantástica, es mi hermana del alma y Sandra me trajo a la milonga Grisel. Yo ahí fui en botas por el miedo que tenía de que me invitaran a bailar. Fuimos a comer empanadas y a tomar un vinito ahí y cuando vi la pista me quedé con un electrochoque. Fue una cosa que nunca olvidaré en toda mi vida. Y ahí todavía me resistí hasta que en el 2014, volviendo a Buenos Aires (iba a Buenos Aires dos veces al año en esa época) un amigo me llevó a comer vegetariano en La Catedral del Tango y ahí vi a Pedro Benavente, el Indio, bailando con su pareja de vida y de baile, Marisol Blanco y me quedé alucinada. Dije en voz alta: <i>Ah, quisiera que me pusieran un chip en el cerebro para poder bailar así. </i> Y ahí el Indio se me acercó y me dijo <i> “Bueno, a mi mujer y a mí nos interesa tu trabajo con el tarot, no sé qué. ¿Quieres que hagamos un intercambio?”</i> y le dije: <i> “Sí, sí, sí” </i> y después pasé una semana flipando de angustia. Me fui a Suipacha a comprarme un par de zapatos de mierda pero con los cuales bailé mucho tiempo.
Y fueron el Indio y Marisol quienes me iniciaron en el tango y cuando volví a París estaba desesperada porque pensé que nunca iba a encontrar quien baile como ellos. Conocía un poco la onda tanguera de París de esos años, 2010-2015, veía a la gente bailando en la orilla del Sena. A París le encanta un tango muy demostrativo con patas al aire, con eje separado y tal. Y yo quería volver a encontrar esa sensación de… no sé, de que te entra un huracán, de que te conectas con los milongueros del 40 a través del cuerpo de quien bailó con ellos.
Y fue el Indio quien me conectó con Sol y Mariana Bustelo, que realmente arman una movida tan hermosa en Francia con su forma de enseñar el tango. Y de ahí en adelante seguí el consejo del Indio que me dijo, con una voz muy solemne: <i> “Adónde viajarás llevarás los zapatos de tango y bailarás en todo el mundo. Y acuérdate de que cada hombre con quién bailes, te enseñará algo”. </i> Y no me lo dijo en plan machista, yo me lo tomé en plan de que la receptividad del rol del follower es recibir al líder como es. Aunque el líder sea un principiante, bailar con un principiante a quién le falta quizás ritmo y tal, te enseña a cuidar tu eje, por ejemplo, te enseña a poder estar elegante a pesar de que estés bailando con alguien que no tiene todavía la capacidad de hacerte volar. Entonces siempre me quedé con estas palabras y esta filosofía milonguera. Y a través de las hermanas Bustelo conocí a mucha gente hermosa que ellas trajeron a Francia entre los cuales estaba, por ejemplo, Jorge Firpo y toda la “familia” del baile, del tango, de la milonga. Es gente con quien resueno muy profundamente. Y claro también en Buenos Aires están mis grandes amigos, Ana Bocutti y Dani de Yira Yira, que siempre fueron muy generosos conmigo. Y así volví a Grisel porque ahora Yira Yira está en Grisel. Entonces aunque sea el Nuevo Grisel, esta pista mítica que me produjo mi primer encanto, es ahí donde voy a bailar. Rajo a Grisel cuando voy a bailar los viernes en Buenos Aires.
<b>Belén: ¿Cuáles son tus tangos preferidos?</b>
<b>Marianne:</b> Lo de los tangos preferidos es un tema porque hay varias maneras de tener tangos preferidos, ¿no? Para bailar… soy muy alta, tengo un sentido rítmico importante, todavía tengo un poco de timidez al bailar la melodía y de hacer mucho firulete y mucho langor porque siempre siento que ocupo mucho espacio cuando bailo. Entonces tengo una preferencia por el tango rítmico, por D’arienzo, por las milongas. Cuando empieza la tanda de milonga si ves una chica grandota que se levanta con la luz giratoria en la cabeza mirando a todos lados, soy yo. Siempre tengo que bailar la tanda de milongas. Me encanta.
Después están mis tangos preferidos para cantar, que en este momento son Malena, cuando canto Malena siempre me recuerda a Sandra Guida y, obviamente, a Nelly Omar, que es mi cantora de referencia en el tango. Y también Oblivion porque la versión francesa de Oblivion, que popularizó Milva, la integré profundamente y es uno de los pocos tangos que se canta en francés y que es muy tanguero. Es complicado el francés para cantar tangos y claro, no pretendo cantar como si fuera una cantora de [orquesta] típica o como si fuera una mujer muy arrabalera que creció en el barrio. Es decir, tengo que encontrar mi forma como cantora. Entonces salpicar unos tangos en francés o en italiano es una modalidad que me queda bien. Y de todos los tangos en francés que estoy armando, con Oblivion realmente me siento muy a gusto cantándolo.
Y después tengo unos tangos obsesivos. Cada tres meses, de pronto me llega un tango que me pide que lo cante manejando el coche, que me obsesiona. Y en este momento es, hace ya bastante tiempo, fuf, desde junio de este año es Che, bandoneón. Estoy obsesionada con Che, bandoneón, pero ya me está dejando tranquila y probablemente me va a llegar otro tango obsesivo. Pero los tangos obsesivos me llegan sin que yo los elija. Hubo toda una época, durante dos años tuve como tango obsesivo Los pájaros perdidos, de Piazzolla y después fue Baldosa floja que en realidad es una milonga, después fue Nostalgias que ni siquiera lo canto. A los otros los integré a mi repertorio, pero a Nostalgias por el momento no lo he integrado. Le busco la vuelta todavía. Después fue Sur. Después fue Desde del alma que tampoco lo canto todavía.
Me encuentro poseída por algunos tangos que no me dejan tranquila, que los estoy cantando todo el tiempo y siento que en este momento. Siento que en este momento Che, bandoneón está dejando el sitio para Al compás del corazón pero esto es un decreto del mismo tango son cosas que no elijo son posesiones.
<b>Belén: Desde tu mirada, ¿qué puntos de contacto hay entre el tarot y el tango? </b>
<b>Marianne:</b> La realidad es que fue un milagro lo del tarot del tango, ¿sabes? Porque yo llevaba ya, pufffrrrr, quizás cinco años con esa sensación de que tarot y tango tenían mucho que ver. Por ejemplo, Sol Bustelo, mi profe raíz de París vino a mi curso de tarot como invitada porque yo quería que mis alumnos de largo plazo de ese momento tuvieran la experiencia de caminar abrazados, abrazadas y abrazades para después hacer lecturas de tarot de otra forma. Ya con El Indio, con Pedro Benavente, estamos pensando en inventar cómo bailaban las parejas del tarot. Te estoy hablando del año 2014, 2015 que fue cuando tuvimos estas conversaciones, después no se pudo armar, pero no desespero de tener en algún momento dado un espacio con él y con Marisol para inventar eso.
Los puntos de contacto son muy fuertes porque el tarot es un juego popular y el tango es, fundamentalmente, una forma popular. Pero el tarot fue recuperado por artistas de primer plano como Dalí o como Xul Solar, o por grandes maestros espirituales como Osho. También fue interpretado por grandes artistas de la misma manera que muchos grandes bailarines, de altísimo nivel, ahora están bailando tango. El otro día en Ibiza vi a Eugenia Padilla, una bailarina de la ostia, que hace cosas con su cuerpo, con sus piernas y con su ser que nadie puede hacer. No lo hace en modo demostrativo, lo hace expresando una esencia del tango desde una maestría que es propiamente suya. Entonces está la tensión entre, por un lado, un arte totalmente popular y una ocupación popular y social donde la gente se reúne alrededor de algo que puede ser muy básico, hasta muy sucio (entre comillas), muy aparentemente de bajo nivel y, por el otro lado, una apropiación y una elevación por la universidad, los artistas de alto nivel. Hasta te voy a decir, para mí, la conexión más profunda que hay es que el tarot como el tango, a su manera ambas disciplinas, son una expresión total de lo que es el camino espiritual del ser humano. Para mí la milonga es un espacio que tiene todas las pasiones más tremendas del ser humano, pero también todo el protocolo y toda la posibilidad de la sublimación absoluta de la relación entre seres humanos y de la sublimación del entendimiento que uno, una tiene de su presencia en la tierra. Esto también es como una especie de afluente de la vida espiritual. Me encanta la idea que una actividad de diversión, una actividad de encuentro con los demás, tenga esa capacidad de poder resonar (por su estructura, por su protocolo, por lo largo de su historia) dentro de nosotros como una especie de resumen o de mandala del camino espiritual del ser humano.
Otro punto de la conexión entre tarot y tango, que para mí es algo muy fuerte, es que después de practicar… Me pasa como a todo el mundo de estar reventada mal, de sentirme una mierda total, me doy patadas en el culo y me voy para la milonga y cuando vuelvo estoy regenerada. Ni siquiera sé por qué, no solo por los abrazos, no solo por la música, sino por penetrar dentro de un mundo ceremonial ¿viste? Y entregarle a la milonga la posibilidad de romper todas mis preconcepciones y lo mismo pasa con el tarot. Es decir, a veces me cuesta mucho hacer una sesión de tarot con alguien porque es mucha concentración pero hay algo que viene y borra, de cierta manera, todo lo burdo del ego individual, de las preocupaciones anteriores. Entonces, ambas disciplinas son baños que me rejuvenecen.