Adriana Araujo, cantante de tango, conversó con Milonga acerca de su amor por la música española , el tango y cómo vive este segundo año de pandemia.
Adriana es una mujer curiosa e inquieta. Nos cuenta que ya desde niña le interesaba saber. Le gusta leer y ver programas sobre temas variados como historia, filosofía, neurolingüística (porque es fonoaudióloga y le fascinan el lenguaje y la comunicación).
Belén: ¿Qué correspondencias encontrás entre la música española y el tango?
Adriana: Yo soy descendiente de gallegos, de inmigrantes. Ellos siempre sienten esa nostalgia, “morriña” (en gallego) por su tierra. En el tango percibo ese sentimiento…
La música española, particularmente la del sur de España (el flamenco), es una música con mucha fuerza, carácter, “con sangre” le digo yo. Igual siento que es el Tango. Y si lo pienso desde el baile, tango y flamenco son bailes muy a tierra. Ambos expresan los sentimientos humanos: pesares, amores, desamores, corazones partidos… Emociones a flor de piel…
Belén: ¿Cómo fue tu transición de la música barroca al tango?
Adriana: Yo canté en un coro vocal de música barroca por varios años, esa música me encanta, los armónicos que se producen con las distintas voces: soprano, mezzosoprano, contralto, tenor, bajo; pero los temas eran relacionados con lo religioso. En esa época también tomaba clases de canto en forma particular, y fue allí en donde comencé a sentir mi necesidad de expresarme… al principio cantando boleros, pero enseguida sentí que con el tango podría “decir” mucho mejor. Al cantar tango (muchos en mi repertorio son de José María Contursi) puedo expresar, interpretar esas maravillosas letras, esas emociones volcadas en el papel y transmitirlas con mi voz…. ¡¡¡Es increíble la sensación cuando alguien me dice que mi voz lo llevó a otros paisajes!!!
Belén: ¿Cuáles eran los tangos que se escuchaban en tu infancia?
Adriana: En realidad en mi casa paterna no se escuchaba tango, pero tenía un tío que lo había bailado cuando era joven y comencé a sentir esa “curiosidad” de querer bailarlo. De hecho le pedí que me enseñara. Muchos años después tomaría clases y disfrutaría bailarlo en las distintas milongas, hasta el presente.
Si bien en mi casa no se escuchaba tango, a mi mamá le gustaba como cantaba Julio Sosa y creo que allí comenzó mi historia con el tango cantado. Luego, me sumergí en ese mundo y desde hace años (más de 15) escucho tango muchas horas al día; me gusta mucho percibir las distintas formas, estilos de cantar de algunos cantantes, de antes y más actuales.
Belén: ¿Cómo estás viviendo este segundo año de pandemia en relación a tu actividad con el tango?
Adriana: Este segundo año de pandemia, siento que algo ya me he adaptado: clases por zoom, a veces presenciales. Pero extraño muchísimo el baile, las milongas, las clases presenciales, el poder disfrutar de la música del tango y de la compañía de amigos, todo junto.
Espero que pronto se abran las milongas en lugares cerrados y al aire libre, en forma segura ¡Entiendo que con las vacunas estamos más cerca de ese momento!